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3 preguntas que debes plantearte antes de contratar un seguro de ahorro

Si has llegado hasta aquí y, después de leer el título de este post, lo has comenzado a leer, eso es porque tienes ahorros; quieres ponerlos a trabajar; piensas que un seguro sería una buena idea; pero, sin embargo, andas un poco perdido.

Un texto como éste no puede aspirar a ayudarte a tomar la decisión definitiva. No es nuestra intención. Pero lo que sí queremos es que, por lo menos, después de leerlo tengas claro qué tienes que hacer para centrarte básicamente y tener claro qué tipo de ahorrador eres; porque sólo si sabes cómo eres tú, sabrás qué tipo de producto tiene viene mejor.

¿Qué has de hacer para situarte? La buena noticia es que no es un proceso demasiado complicado. Sólo tienes que responder a tres preguntas básicas. Eso sí: no deberías tomar la decisión de contratar un producto de ahorro hasta que no tengas clara la respuesta a estas tres preguntas:

1. ¿Qué nivel de seguridad reclamo para mi ahorro?

Ésta es una cuestión fundamental. ¿Hasta qué punto estás dispuesto a asumir pérdidas para tu ahorro? El nivel de riesgo asumible en un producto de ahorro depende de la persona, de cómo se sienta de cómodo y tranquilo asumiendo ciertos riesgos; así como de otros factores, tales como si podrá disponer o no de ese dinero a corto plazo si lo necesita o de cuánto representa ese ahorro en relación con la totalidad de sus ahorros. En términos generales, dos tercios de los españoles adultos tienden a ser ahorradores con aversión al riesgo, esto es, no quieren estar expuestos al riesgo de perder el dinero invertido en el producto o una parte del mismo.

Cuando un ahorrador pregunta cuál puede ser la rentabilidad que podría obtener con un producto de ahorro, debe tener muy claro también cuál es el nivel de riesgo que está asumiendo para obtener esa rentabilidad, es decir, el nivel de seguridad del producto.

La expectativa de rentabilidad de un producto de ahorro depende de su nivel de riesgo. A la hora de optar por un producto, debes tener muy claro si estás dispuesto a asumir el riesgo de pérdida del capital invertido a cambio de una expectativa de rentabilidad mayor (ahorrador dinámico). La otra opción es tener una rentabilidad más moderada sabiendo que cuando te jubiles o cuando finalice el producto al menos recuperarás todo o una parte importante del dinero que has invertido (ahorrador conservador). Ninguno es mejor ni peor; lo que tienes que tener claro es cuál es mejor, o peor, para ti.

2. ¿Cuándo quiero disponer de mi ahorro?

Simplificando mucho, en el mundo del ahorro se pueden ser dos cosas. Se puede ser un ahorrador sin prisas, lo cual quiere decir que no necesitaremos disponer de ese dinero hasta un determinado momento (por ejemplo y normalmente: la jubilación). O se puede ser un ahorrador sin ataduras, esto es, una persona que ahorra pero que no tiene claro si va a necesitar recuperar su ahorro en algún momento y quiere estar seguro de que podrá disponer del mismo a corto plazo en caso de que sea necesario.

A la hora de contratar un producto de ahorro debo tener muy claro si podré o no disponer de mi ahorro antes de la finalización del producto y en qué condiciones.

3. ¿El producto de ahorro tiene alguna ventaja fiscal?

Otro aspecto que debes tener en cuenta es si el producto de ahorro tiene ventajas fiscales. Si en los impuestos hay un beneficio fiscal para determinados productos de ahorro o de jubilación es porque se considera que es bueno que las personas ahorren; pero, lógicamente, no se quiere que ese ahorro se use para otros fines. Por eso es muy común que el sistema fiscal, cuando establece los beneficios fiscales, exija también que el producto se mantenga hasta la jubilación o durante un período suficientemente largo de tiempo, o bien que se cobre de una determinada forma (renta vitalicia)