Cómo luchar contra la mala reputación de tu empresa
¿Se puede asegurar la marca o la reputación de un fabricante? A primera vista, la respuesta es no: una marca, una reputación, son elementos intangibles. No tienen, pues, existencia física. Lo que pasa es que, en este mundo nuestro, algunas cosas intangibles como una marca valen mucho más que toda la producción física que se pueda realizar.
Así pues: sí, la reputación es un hecho asegurable.
Para ser precisos, no es exactamente la reputación lo que se asegura. Lo que se puede asegurar son los trabajos necesarios para recuperarla o minimizar los efectos negativos sobre la misma.
Por ello, no pocos seguros existentes en el mercado internacional han pasado del concepto indemnizatorio para convertirse en productos de prestación de servicios: el asegurador no sólo indemniza por la pérdida de valor sufrida por la marca, sino que le ayuda a recuperarse.
La parte indemnizatoria suele referirse, claro, a la pérdida de beneficios: cuando una marca cae en desgracia obviamente vende menos que cuando todo el mundo confiaba en ella.
El asegurador no sólo indemniza por la pérdida de valor sufrida por la marca, sino que le ayuda a recuperarse
Además, un producto clásico denominado Responsabilidad Civil de Producto suele ocuparse de los costes derivados de una rectificación: por ejemplo, los costes derivados de retirar de los supermercados una partida de productos alimenticios en mal estado.
¿Hasta dónde pueden llegar las coberturas?
Pero, como hemos dicho, las coberturas pueden ir más allá. Un problema de reputación es eso que se llama una situación de crisis: un suceso inesperado potencialmente muy dañino, que es necesario gestionar en muy poco tiempo. Algunos seguros, por ello, no sólo indemnizan, sino que ponen a disposición del cliente equipos humanos y técnicos para abordar la gestión de esa situación de crisis. Eso incluye el análisis del daño producido, el establecimiento de estrategias de opinión pública, la publicidad, etc. El asegurador, en este sentido, se convierte en un proveedor que acompaña a su cliente durante la situación de crisis para ayudarle a implantar estrategias que mitiguen las consecuencias de dicha crisis.
En los tiempos modernos, es opinión de no pocos expertos que todo este mundo de la protección de la marca tiene un nuevo flanco en el que desarrollarse: los riesgos cibernéticos.
Cuando alguien accede a la información disponible en los servidores de una empresa, hay dos problemas en los que fijarse: uno, el técnico, es la recuperación de la información perdida; pero el otro, sin duda, es la lucha contra la pérdida de reputación y de confianza que se deriva del ataque informático.
Cada vez hay más analistas que se dan cuenta de que buena parte de la reputación global está en la red
Cada vez hay más analistas que se dan cuenta de que buena parte de la reputación global está ahí; los refrescos burbujeantes y los coches molones siguen siendo importantes, pero la privacidad y seguridad de la información en las redes cada vez lo son más.
Es paradójico, pero es así: lo más valioso que poseen muchas empresas no se puede tocar; no tiene forma, ni color, ni se almacena en ningún sitio. Es su marca; la percepción positiva que tienen los consumidores de la misma. Proteger eso es proteger el mismo epicentro del negocio. Y, como lleva ocurriendo desde hace varios siglos, tras la palabra riesgo llega la palabra protección; y después, finalmente, la palabra seguro.
¿Y si el cliente no paga? ¡Seguro de crédito!
Además de todo lo dicho, no hay que olvidar que, si todas las empresas son sensibles al impago, las pymes lo son especialmente. Un cliente que impaga la mercancía que se le vendió o se le exportó pueden hundir al pequeño empresario, que no tiene la misma capacidad de una gran empresa de diluir ese efecto.
Precisamente por eso, la pyme suele ser cliente natural del seguro de crédito, para así obtener una protección que estabilice su cuenta de resultados, protegiéndola contra terremotos en forma de impagos