El descanso del empresario se llama seguro de ‘Otros Daños a los Bienes’
Henry Ford I, el fundador de la dinastía de fabricantes de bielas y lo que les rodea, solía decir que los rascacielos eran algo que había que agradecerle a la industria aseguradora. Nadie en sus cabales, decía, se atrevería a levantar una estructura tan compleja si supiera que un simple incendio puede acabar con ella.
Esta frase es una gran verdad y puede ser aplicada a muchas otras cosas que la construcción de una torre de oficinas. En realidad, el seguro aunque en sus modalidades más conocidas (autos, vida, salud, hogar) se ocupa de las personas y sus posesiones, también tiene al tejido productivo como cliente, y el servicio que le rinde a ese tejido producto es aportarle ese nivel de seguridad financiero del que hablaba Henry Ford: si las cosas van mal, tendré una indemnización con la que recuperarme, o volver a empezar.
El seguro a las empresas sirve, por lo tanto, para reducir los riesgos a los que se enfrentan. Si la empresa ya no tiene que pensar en cómo puede llegar a perder dinero, se puede centrar en ganarlo, que es de lo que se trata.
¿Qué son los seguros de Otros Daños?
Seguros a las empresas y a la producción en general hay muchos; pero buena parte de ellos están concentrados en un ramo que llamamos Otros Daños a los Bienes.
El seguro agrario o el seguro decenal de la construcción se engloba dentro de Otro Daños
Modalidades comunes de este ramo son el seguro a la construcción (remember Mr Ford…), o el que cubre la avería de maquinaria, o por supuesto el robo. Dos modalidades del seguro de otros daños son el seguro agrario, que en España está articulado a través de un sistema organizado en un Plan Nacional; y el seguro decenal de la construcción, que es un seguro obligatorio para las construcciones nuevas que cubre las consecuencias de la existencia de defectos estructurales en lo construido durante los diez primeros años de su existencia.
Los seguros de Otros Daños son seguros que el común de los mortales no vemos, pero que sin embargo están ahí. Sin ellos, todos los supuestos que cubren estos seguros deberían ser previstos por el propio empresario con su dinero. Con seguridad, esto le obligaría a ser más prudente, y eso no quiere decir otra cosa que a la hora de fijar los precios que te cobra, se pondría más cutre. De alguna manera, pues, los seguros de Otros Daños los pagan los productores, pero los “disfrutan” sus clientes.
