El seguro protege el campo de los efectos de la borrasca Filomena
Una de las cosas por la que sin duda recordaremos este año 2021 es porque ha sido el año en el que muchas personas, millones de ellas, hemos aprendido que la nieve es algo más que ese fenómeno meteorológico que adorna los paisajes como pocos y sobre el cual puede uno deslizarse en los tiempos de ocio. La nieve, sí, es una cosa muy bonita; pero puede ser, también, una cosa muy costosa. Es algo, como decimos, que muchos españoles han averiguado en 2021, pero hay que otros que, la verdad, ya lo sabían: los agricultores y ganaderos.
La nieve pesa. Lo pequeño se hace grande cuando se junta en grandes cantidades e, igual que algunos biólogos han podido estimar que todas las hormigas de la Tierra, ahí donde las ves tan delgaditas, juntas pesan como 200.000 toneladas; la nieve, si cae durante el tiempo adecuado se convierte en una carga insoportable para muchas de las estructuras creadas por la naturaleza y por el hombre.
Así las cosas, el primer escalón de los daños de la nieve en el campo se parece bastante al que se ha podido ver en las ciudades: la nieve rompe las ramas de los árboles y hunde los tejados de algunos edificios. En el mundo rural, sin embargo, estos daños son más problemáticos, puesto que, además del daño en sí, producen otros daños económicos. Por ejemplo, en el olivar, que en esta época del año se encuentra en periodo de recogida. Esto quiere decir que la rama que se quiebra no sólo produce la pérdida de la rama en sí, sino también del fruto: la aceituna. Esa aceituna que, como bien sabemos, constituye un pilar de nuestra dieta. Lo mismo ocurre con los edificios. Si se trata de una instalación de cultivo de hortalizas –también en temporada, por cierto–, los destrozos sufridos por las plantas a causa de la caída del techo pueden tener un coste muy superior al valor de la cubierta en sí.
Tras la nevada llega la helada
En todo caso, la nevada no termina en sí misma. Tras Filomena, como sabemos, han venido temperaturas anormalmente bajas, que si en las ciudades han provocado tiritonas, imagínate en el campo, donde no hay ni puertas ni calefacción central. La hija de la nevada es la helada; y la helada es un problemón para los cultivos, sobre todo para los que estén en temporada: hortalizas invernales (lechugas, acelgas, cebollas, ajos, zanahorias, puerros… media despensa, vaya), cítricos y olivar están en la lista.
A esto habría que unir los casos que se puedan producir de animales cuya indemnización en caso de muerte estuviera asegurada (ya se trate de vacas, ovejas, caballos, abejas, avestruces o gallinas) y a los que el frío haya causado la muerte.
Entre todas estas vicisitudes, cabe estimar que en tan sólo unos días se pueden haber producido entre 60 y 80 millones de euros de pérdidas aseguradas en el campo. Afortunadamente, en España contamos con el Sistema de Seguros Agrarios, gestionado en su día a día por Agroseguro, que garantiza la indemnización de daños a agricultores y ganaderos y, consecuentemente, el sostenimiento de las rentas agroganaderas.