La evolución del seguro de transportes
El seguro de transportes es el origen del seguro, puesto que los primeros asegurados eran comerciantes, y lo que aseguraban era el tránsito de sus mercancías.
En un inicio, el seguro se limitaba simplemente a la práctica de distribuir las mercancías de varios mercaderes entre varios navíos en proporción a lo que transportaban. De esta manera, si el barco o la caravana se perdía por cualquier razón, cada uno perdía en proporción a su importancia, pero todos conservaban mercancías.
De ese inicio, el seguro de transportes ha pasado a ser un negocio muy sofisticado y, por definición, internacionalizado. Lo que compramos y disfrutamos, hoy, se transporta por tierra, mar y aire en un flujo permanente; y no hay que olvidar que en esos vehículos también se transportan personas.
Los dos grandes elementos que se aseguran en un seguro de transportes son: el propio vehículo de transporte y la mercancía que lleva. La primera de estas tipologías suele conocerse como seguro de Cascos por analogía con el casco de un barco, puesto que tradicionalmente (y también en el presente) el transporte por mar ha sido muy importante para el comercio.
A veces es el dueño de la mercancía quien asegura su transporte, a veces es el propio transportista
Las vicisitudes cubiertas por el seguro son muy variadas, pero entre ellas destacan las muchas cosas malas que le puede pasar a una mercancía: que se moje, que se rompa, que se pierda, que la roben… A veces es el dueño de la mercancía quien asegura su transporte, a veces es el propio transportista.
Las cifras conocidas del seguro de transporte son un buen indicativo de cómo ha afectado a esta actividad la crisis económica. Es evidente que cuando el consumo se retrae se vende menos, y si se vende menos se transportan menos mercancías. Aun así, incluso en tiempos de crisis se producen unos 90.000 problemas anuales atendidos por el seguro. Dicho de otra manera, cada día unos 250 transportes de algún tipo salen mal.
