Lo que deberías saber de la solvencia y no conoces
Para empezar este post queremos confesar una cosa: nuestras jefas no creen que vayamos a ser capaces de explicar en qué consiste la solvencia de las entidades aseguradoras. La verdad, estamos de acuerdo con ellas en que el propósito es difícil, pero vamos a intentar hacerlo de la manera más simple posible. ¡Allá vamos!
La dificultad de explicar qué es la solvencia comienza por el hecho de que el seguro tiene, como dicen los economistas, el ciclo de producción invertido. Esto no quiere decir que los seguros los produzcan en las antípodas. Quiere decir que mientras en un ciclo de producción normal primero generas los costes y luego pones el precio (es decir, compras las maderas, las ensamblas en una silla, y luego vendes la silla en función de lo que te ha costado hacerla), en el seguro, primero pones el precio y luego generas los gastos (como si vendieras la silla y después te pusieras a producirla).
Cuando existe un ciclo de producción invertido se produce una situación dudosa. El momento en el que el asegurador recibe el dinero (prima) es anterior al momento en que va a tener que gastarla (cuando paga la prestación, es decir, repara la gotera, manda una grúa para el coche…); en ocasiones, de hecho, ambos momentos están separados por mucho tiempo (hasta décadas en algunos seguros de vida). Como consecuencia el cliente, que paga la prima, tiene derecho a contar con una garantía de que el asegurador no sólo tiene dinero hoy, sino que lo va a tener mañana, pasado mañana o dentro de veinte años. Esa garantía es la solvencia.
El pago de prestaciones, las provisiones y la siniestralidad es lo que marcan la solvencia
La solvencia se expresa de tres maneras. La primera es el pago de prestaciones o servicios. Es obvio que cuando un asegurador paga una prestación está dejando claro que es suficientemente solvente como para pagarla. El segundo eslabón son las llamadas provisiones. Para mucha gente una provisión es un bocadillo de atún, pero en el seguro quiere decir otra cosa (aunque, no creas; a tu asegurador tampoco le vendría mal un bocata de vez en cuando).
Básicamente, cada vez que el asegurador tiene la consciencia de que va a tener que realizar un pago en algún momento (normalmente, una prestación al cliente) está obligado a guardar el dinero necesario para cumplir con ese pago. Las provisiones de una aseguradora le dicen al cliente: “mira, aquí está el dinero que algún día cobrarás”.
Podrías pensar que con estos dos escalones ya está el tema cumplido. Pero no es verdad. Además de lo que el asegurador espera que pase, que es tener que pagar a sus clientes por los problemas que les ocurran, a la actividad aseguradora le pueden pasar otras cosas. Tal vez la siniestralidad se desboque más de lo esperado; puede que haya catástrofes, o que la prima de riesgo se excite, o le entre la depre… Éstas y otras muchas cosas tienen impacto en el negocio asegurador, y son susceptibles de generar pérdidas inesperadas.
La legislación obliga a los aseguradores a tener un margen de dinero que responda por los imprevistos
Para este tipo de cosas, la legislación obliga a los aseguradores a constituir un margen de solvencia, que es una especie de “dinero colchón” que responda por estos imprevistos. La ley fija un mínimo que deben de tener esos fondos de solvencia, pero usualmente las aseguradoras lo superan. Son, por así decirlo, más que solventes.
¿Cómo se regula la solvencia?
La solvencia aseguradora europea ha cambiado recientemente. Como para diseñar el nuevo sistema usamos muchos cálculos y estadísticas, sólo tardamos quince años en desarrollarla. Pero finalmente entró en vigor el 1 de enero del 2016. ¿Que si es un sistema complicado? Pues, mira: el reglamento que lo regula contiene, exactamente, 121 fórmulas matemáticas distintas. Se podría decir, pues, que calcula prácticamente todo lo que puede pasar.
Todo ese esfuerzo, por cierto, se hace por ti. Como ya hemos dicho, la solvencia no es sino el derecho que tiene el cliente de seguros de saber que la capacidad de su aseguradora de responder a sus demandas ni es fruto de la casualidad ni va a desaparecer con el tiempo. Algún día, si te acuerdas, además de preguntarle a tu asegurador por las ofertas y coberturas de tu contrato, pregúntale por su solvencia. Aunque a ti no te lo parezca, es tanto o más importante que las cosas en las que normalmente te fijas cuando buscas un seguro.
Lo que demuestran las cifras, en todo caso, es que la solvencia de la industria aseguradora ha ido para arriba. Crece, lo cual quiere decir que hace al sector más sólido. Crece, por cierto, incluso durante los años de la crisis.
¿Y bien? ¿Tenían razón mis jefas (y yo mismo)?
