Qué puede hacer el seguro por un emprendedor
Emprender siempre ha sido importante; pero en este mundo nuestro en el que las tecnologías y las nuevas formas de consumo abren campos muy interesantes para las empresas de nuevo cuño o start-ups, se convierte en algo crucial en las sociedades dinámicas y prósperas.
Puede que estés pensando en emprender, o que incluso ya hayas comenzado; si es así, también puede que ni hayas pensado en el seguro, salvo en aquellas parcelas en que debas hacerlo porque la normativa te obligue a asegurarte. En ese caso, tal vez pienses que el seguro no es para ti; que es mejor dejar la reflexión sobre las protecciones que adquirirás para un momento posterior, cuando estés más asentado.
Piénsalo dos veces.
Un emprendedor es, por definición, una persona que corre un riesgo. Un riesgo muy grande. Su idea, esa idea que quiere llevar a cabo con su proyecto, es su riesgo. Nadie está seguro de que su idea vaya a funcionar; tiene, desde luego, la sospecha de que puede gustar a sus potenciales clientes. Pero no lo sabe. Por eso, emprender es arriesgar.
Arriesgar de forma calculada es lo que distingue a los emprendedores de los temerarios
Para arriesgar, sin embargo, hay que hacerlo de forma calculada. Eso es lo que distingue a los emprendedores de los temerarios. En cuanto la idea deje de ser solo eso; en cuanto pase a ser un producto o servicio real, una forma de comercialización y búsqueda de clientes, un servicio posventa, etc.; en cuanto pase a ser alguna de estas cosas o todas ellas, pasas a estar sometido a más riesgos que el puro riesgo de que la idea no funcione, no guste.
El seguro, o mejor dicho el conjunto de seguros que, conforme al perfil de tu actividad, sean adecuados para ti, puede ser visto como un simple mecanismo tendente a permitir que puedas centrarte en tu idea, en hacerla real, en conseguir que crezca. El riesgo de tu proyecto es tan grande que no tiene sentido que lo alimentes uniéndole otros riesgos adyacentes: el riesgo de cometer un error y vender un producto defectuoso, el riesgo de tener problemas de facturación; el riesgo de que un incendio te coloque de nuevo en la casilla de Salida.
Porque en el juego del emprendimiento también hay casillas malas que pueden retrasar tu evolución o incluso ponerla en peligro, lo inteligente es guardarse algún que otro comodín en la manga. El seguro puede operar como ese comodín; ya lo ha hecho muchas veces en favor de los emprendedores que te precedieron en el sueño de construir algo grande.
Tú ocúpate de lo tuyo. De tu idea. No necesitas asumir más riesgos.
