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Se abre el telón

Poner en marcha una función de teatro no sólo depende de directores, actores y escenarios. Los seguros, principalmente el de responsabilidad civil, en este caso, se convierten en la estrella de la obra cuando surge cualquier imprevisto.

Porque los tropiezos ocurren en la ficción y, en la realidad de las bambalinas, también. No hace falta ponerse en lo peor: basta con que cualquier contratiempo impida continuar con la representación. Por eso, en toda obra de teatro importante, todos los procesos de producción, reparaciones y actos profesionales están asegurados.

Este seguro se llama responsabilidad civil de espectáculos y garantiza el disfrute del espectador y la tranquilidad del productor

Las Comunidades Autónomas tienen competencias exclusivas en materia de espectáculos públicos, por lo que el establecimiento obligatorio de un seguro de responsabilidad civil y los capitales que se aseguran dependen de la normativa de las distintas CCAA.

El seguro básico obligatorio de responsabilidad civil es aquel que cubre todo daño o imprevisto que padezca un tercero como consecuencia del espectáculo. Ya sea la incomparecencia de un artista o una huelga de tramoyistas.

Para los promotores de la obra es particularmente importante la cobertura de pérdida de beneficios. Sobre todo, porque se puede ver en la obligación de devolver entradas ya vendidas por unos imprevistos que quien se sienta en el patio de butacas no tiene por qué pagar. Vamos, que el público no tiene la culpa de que Simba o Scar, del Rey León, tengan un tropiezo y, por ello, la representación no transcurra con normalidad.

En España hay muchas actuaciones cuyo único techo es el cielo. Es el caso, por ejemplo, de las que se celebran en el Teatro Romano de Mérida. Por más que las representaciones del Festival de Teatro Clásico se desarrollen en el estío, siempre es posible que una buena tormenta veraniega obligue a recoger cojines y libretos y a salir a todo correr de vuelta al hotel. Todo un desconsuelo para el productor… de no ser por la existencia de una póliza.

Esta cobertura de pérdida de beneficios es particularmente útil cuando se organizan eventos teatrales al aire libre

Pero al empresario del teatro no es al único que le importa su dinero. Los espectadores más avezados sabrán que, en ocasiones, se puede contratar un seguro de no asistencia. Así que, si has tenido un percance y al final no puedes ir a la obra, no tienes por qué dar las entradas a tus padres o a tus suegros, sino que puedes reclamar el reembolso del ticket.

Sea donde sea, pues, te sientes en un patio de butacas o en unas gradas de piedra al aire libre, no dejes nunca de ir al teatro. Y, sobre todo, piensa que el seguro estará contigo. Protegiendo tu disfrute.

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