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Seguros de vida-ahorro: 5 claves que hay que tener claras antes de su contratación

Si te paras a pensarlo, el ahorro es una de las decisiones más importantes que vas a tomar a lo largo de tu vida. De lo que ahorres hoy depende una parte de tu bienestar en el futuro. Esta es la razón por la que no es algo que haya que tomarse a broma.

Pero ahorrar no es fácil. Hay muchas ofertas y productos distintos relacionados con los seguros de ahorro, y la mayoría de nosotros no somos expertos que entendamos a la perfección los conceptos ligados al hecho de ahorrar.

Lo que tenemos, pues, es un entorno de conflicto potencial: productos que las personas necesitan adquirir si quieren ahorrar, pero que al mismo tiempo son complicados de entender por esas mismas personas. Para que el mercado sea eficiente y no presente problemas hace falta ser transparentes y justos con el cliente.

Transparencia con los productos de vida-ahorro

¿Cómo se consigue eso? Desde luego, con una buena legislación. Sin embargo, como quiera que nadie sabe más de seguros de ahorro que quienes los venden, también hay otra vía igual de buena: que sean los propios comercializadores del ahorro los que analicen sus productos, concluyan cuáles son los puntos de comprensión más conflictivos, y se coordinen para evitar malentendidos e informaciones erróneas.

Esto último es lo que ocurre en el caso del seguro español. Los aseguradores de vida, que son los que venden productos de ahorro, se han juntado para reflexionar sobre cuáles son las cosas que un ahorrador debe de tener claras, sí o sí, cuando piensa en comprar un seguro de ahorro. Y las han puesto en una Guía de Buenas Prácticas por la que se obligan a trabajar por esa claridad.

5 claves para entender los seguros de ahorro

¿Cuáles son las cosas que los aseguradores se comprometen a dejar claras? Las siguientes:

1.En primer lugar y por encima de todo, los aseguradores se comprometen a dejarte claro si comprando tal o cual producto puedes o no perder lo que estás poniendo. El ahorro se invierte en activos financieros, y los activos pueden subir o bajar de precio. La clave está en quién está asumiendo el riesgo de que los precios bajen y, por ejemplo, si pusiste 1.000 ahora tengas 900. Hay productos en los que ese riesgo lo asume el asegurador y otros en los que ese riesgo lo asumes tú. Lo primero de lo que se cerciora el asegurador, pues, es de que entiendes quién asume la pérdida si se produce.

2.Cuando el seguro de ahorro no tiene pérdida para el cliente (lo que se llama un ahorro garantizado) puede pasar que esa garantía opere sólo si ahorras durante todo el tiempo previsto en el contrato. Por ejemplo: puedes pensar en un producto que te garantiza lo que pongas más un determinado interés si recuperas tu dinero cuanto te jubiles, pero no antes. Puede pasar que, si recuperas el dinero con anterioridad –o sea, si te bajas del carro a mitad de viaje–, tu asegurador no te mantenga la garantía. Por eso el asegurador se obliga a dejarte claras las condiciones de la garantía si recuperas dinero antes de lo previsto.

3. Hay productos en el mercado, de hecho, que son ilíquidos hasta un determinado momento. Son productos de jubilación (el seguro se llama Plan de Previsión Asegurado) y, según las leyes, no puedes percibirlos (recuperar tu dinero) hasta que te jubiles o concurran algunas circunstancias especiales. Para evitar que compres uno de estos seguros de ahorro cuando en realidad tú no quieres ahorrar a tan largo plazo, los aseguradores se obligan a dejarte claro la condición de iliquidez del seguro.

4. En el caso de los seguros de ahorro percibidos en renta, es decir en pagos periódicos, hay que tener en cuenta que rentas las hay de muchos tipos y, según el tipo, varía lo que se cobra cada mes; así como lo que cobrarán los herederos si el beneficiario fallece. Por eso los aseguradores se comprometen a dejar claro en qué condiciones, y en qué cantidad, se van a cobrar esas rentas. Incluyendo lo que perciban los herederos.

5. Por último, en el caso de seguros con participación en beneficios, en los que se garantiza una rentabilidad mínima, se puede llegar a dar más de acuerdo con ciertas condiciones (la más normal, que haya sido un buen año financiero y se haya sacado más de lo previsto por las inversiones), la Guía de Buenas Prácticas obliga a los aseguradores a explicar claramente a su posible cliente de qué forma se calculan esos beneficios y cómo se reparten.

Varias reglas básicas, pues, que buscan garantizar que todo aquel cliente que se vaya con un seguro de vida-ahorro debajo del brazo sepa lo que se lleva, lo que puede esperar y lo que no del contrato que ha firmado. Las cosas claras.

Si quieres saber qué entidades están adheridas a esta Guía, consúltalo aquí