Si te gusta estar a la última en tecnología, ¡protégela!
Asegurar la tecnología es un gesto que puede responder a necesidades muy diferentes. Para muchas personas es un medio para protegerse del hecho de que el equipo que han comprado es costoso. Quieren tener una protección que les garantice que, si le ocurre algo, no se van a tener que volver a gastar una pasta en repararlo o comprar uno nuevo.
Para otros, sobre todo empresarios y profesionales, asegurar la tecnología no es otra cosa que proteger el pulmón de su actividad. Hoy en día todo se guarda, y todo se transmite, a través de equipamientos electrónicos, y los daños que puede causar un mal funcionamiento van mucho más allá de asegurar el valor de los cacharros.
Así, pues, digámoslo de partida: los seguros sobre la tecnología, por supuesto, suelen cubrir el valor de los equipos. Pero eso puede llegar a ser lo de menos.
Por supuesto, los seguros sobre equipamientos tecnológicos cubren casi cualquier acción que le pueda ocurrir al equipo: la derivada del agua o de la humedad, del fuego, de las caídas o accidentes varios, de los golpes.
Los seguros sobre la tecnología, por supuesto, suelen cubrir el valor de los equipos
Pero también incluyen, cosa que es muy importante en estas cosas, los daños provocados por la electricidad: los cortocircuitos o las subidas de tensión. Ahí ya la cosa cambia, porque está por ver que un carro de bueyes se gripe por una subida de tensión y, sin embargo, este accidente es una catástrofe para los equipos electrónicos.
También se suelen cubrir errores de diseño o de montaje que pudieran aflorar tras haber vencido la garantía del producto, lo cual aporta tranquilidad en aquellos casos de equipamientos importantes que han de estar en uso durante mucho tiempo.
Robos y hackeos, también cubiertos
Hasta ahí los problemas causados por la fatalidad. Pero es que también se suelen cubrir los derivados de la malicia, o la impericia, del ser humano. En estas pólizas, en efecto, es común encontrar la cobertura de los daños causados por una utilización poco profesional de los equipos, o los actos malintencionados (los famosos hackers); y, por supuesto, el puro y simple robo.
La mayoría de los contratos, además, tiene lo que se podría llamar una cobertura de «coche de sustitución». Asumen los costes derivados de que el asegurado deba alquilar o comprar otros equipos que sustituyan a los dañados. Y, ojo con esto, también se suelen cubrir los gastos derivados de la recuperación de información dañada, o sea lo que cobra el tipo ése que le hace la respiración artificial a tu ordenador y recupera las fotos de tu viaje al Yucatán. Esas que le has proyectado mil veces a tus amigos que, verdaderamente, te deben de querer mucho (o, tal vez, han sido ellos los que se han cargado tu disco duro…)
La mayoría de los contratos asumen costes derivados de alquiler o compra de equipos de sustitución
Así pues, puede que seas alguien que se ha comprado la última tecnología, y todo lo que quiera es una protección que le garantice la reparación o la reposición si se daña o te lo roban. O puede que desees algo más complicado porque la tecnología sea mucho más importante para tu vida y tu trabajo. Seas como seas, lo más probable es que si escribes en un papel las protecciones que necesitas y luego vas con esa lista al mercado a mirar seguros de tecnología, no sólo encuentres respuesta a todo lo que has apuntado, sino que te sorprenderás descubriendo que, en realidad, estás sometido a más riesgos de lo que pensabas. Para que dejen de ser eso: riesgos, es para lo que está el seguro.