Una perturbación en la fuerza… ¿y en el bolsillo?
El fallecimiento de Carrie Fisher ha puesto el universo patas arriba. La noticia ha saltado al hiperespacio y llegado a todos los fans de la saga creada por George Lucas. Adiós Leia Organa, que el espacio te sea leve. ¿Pero qué supone para Disney que la actriz no pueda cumplir los compromisos que había adquirido con la saga? La actual propietaria de Star Wars se ha quedado sin uno de sus rostros de referencia. ¿Podrá superar el bache?
La muerte temprana de un actor es un mazazo para cualquier productora. Casos hay numerosos y conocidos. Los incondicionales de Harry Potter recordarán que el primer Albus Dumbledore, rector de Hogwarts, fue Richard Harris. Tras dos entregas, pasó a mejor vida y el papel fue recogido por el más que solvente Michael Gambon.
Los aficionados a Batman recordarán el caso de Heath Ledger, el Joker de El Caballero Oscuro, otra saga que hoy sigue su curso. Si nos remontamos un poco más allá, a la década de los noventa, aparece el caso de Brandon Lee. El hijo de Bruce Lee falleció a tiros antes de finalizar el rodaje de la película El Cuervo. En lugar de balas de fogueo, por un error humano se empleó munición real en el rodaje de una de las últimas escenas.
En El Cuervo, en lugar de balas de fogueo, por un error humano se empleó munición real
Estos percances son, pues, más habituales de lo que parece. Por eso no resulta extraño que haya aparecido recientemente la noticia de que Disney tenía contratada una póliza de 47 millones de euros (50 millones de dólares) si algo le pasaba a la princesa de Alderaan. La actual propietaria del mundo de La Guerra de las Galaxias (así se llamaba Star Wars en los años setenta y ochenta) se ha cubierto las espaldas por lo que pudiera pasar. Y no es para menos.
La muerte de un actor ya sea en medio de un rodaje o entre entrega y entrega de una saga, obliga a rehacer buena parte del trabajo. De entrada, si la película no estaba terminada, toca volver a filmar las mismas escenas con su sustituto. Esto no es algo sencillo pues entraña movilizar a los actores, sí… y a los cámaras, los técnicos de sonido, los maquilladores, los sastres, los carpinteros, los transportistas, etc. En suma, implica volver a levantar un pequeño ejército al que hay que pagar salario, transporte, alojamiento, manutención, dietas…
Disney tenía contratada una póliza de 47 millones de euros (50 millones de dólares) si algo le pasaba a la princesa de Alderaan
La cosa no es fácil porque, si por algo destaca una superproducción como Star Wars, es por hacer las cosas a lo grande. Y hacer un rodaje así significa repartir el rodaje por varios países. Por eso hay que llevarse a toda (o parte) de esa gente a sitios como Túnez, Irlanda, Inglaterra, Islandia, España, Emiratos Árabes, Nuevo México o California. Más leña a las cuentas de Disney, pues.
Parece que Fisher había dejado sus escenas del Capítulo VIII listas. Pero esto no resuelve la papeleta en la casa de Mickey Mouse. ¿Qué opciones le quedan a Disney con el personaje ante la siguiente entrega, también apalabrada? ¿Buscar sustituta y desatar la ira de los puristas? ¿Realizar apaños a través de la tecnología digital? ¿O reescribir el guion, esta vez, sin Leia? Todo tiene su coste.
La pérdida de Carrie Fisher es algo que no tiene solución. A los amantes del séptimo arte les quedarán sus interpretaciones en Star Wars, sí; pero también en películas como Hannah y sus hermanas, Cuando Harry encontró a Sally o The Blues Brothers, sólo por citar un puñado. Las consecuencias económicas de que no vaya a completar su rol en la nueva trilogía, afortunadamente, sí se pueden paliar. Por eso, los seguidores de la saga galáctica pueden tener la certeza de que habrá capítulo VIII y capítulo IX porque, gracias al seguro, Disney seguirá adelante con la producción.